En primer lugar, la UACM ha contribuido significativamente a dar un espacio a jóvenes que no fueron admitidos en las ya extremadamente selectivas instituciones públicas del área metropolitana. Este aspecto ha sido su mayor contribución. Gracias a la UACM ha disminuido ostensiblemente la toma de rectorías y manifestaciones de los jóvenes frustrados por no haber conseguido un espacio en esas instituciones.
En cuanto a la investigación de alto nivel, según la estadística del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) de 2011, la UACM tiene 78 investigadores nacionales, número superior al de, por ejemplo, las Universidad Pedagógica Nacional (en su conjunto) y al de universidades estatales como Coahuila, Campeche, Chihuahua, Nayarit, Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Tamaulipas, así como diez investigadores menos que la prestigiada Universidad Iberoamericana, plantel Ciudad de México.
En materia de difusión cultural, una de las ventajas que ha tenido la autogestión es la diversidad de proyectos y eventos que se dan en el interior de la institución: presentación de libros, conferencias, teatro, conciertos, exposiciones, cine, etcétera. Sin duda, es una las instituciones universitarias, guardando la debida proporción con las de mayor tamaño, con más vida cultural en la ciudad. Asimismo, tiene un proyecto de pueblos originarios que vincula a la universidad con las comunidades donde está inserta.
Respecto de la docencia, la UACM tiene varias innovaciones que conviene destacar; una es la tutoría y otra la asesoría académica, que son únicas dentro de las instituciones de educación superior (IES); la otra es la creación de carreras innovadoras como Creación Literaria, Socio-Antropología, Promoción de la Salud, etcétera.
Por otra parte, un proyecto muy valioso del que poco se habla es que la UACM lleva la educación superior a todos los reclusorios del DF; los internos tienen la oportunidad de cursar las carreras de Derecho y Ciencias Políticas y Administración Urbana. A diferencia del resto de las IES, que basan su admisión en méritos, la UACM brinda oportunidad a cualquier egresado del bachillerato, asignando los lugares disponibles mediante sorteo.
Los resultados deficientes de la institución son conocidos. La institución ha graduado a menos de 50 egresados. Sin embargo, pocos análisis han mencionado que, adicionalmente, más de 300 ya han concluido todos los créditos, excepto la tesis. Otro aspecto que se mencionan reiteradamente es la falta de transparencia en el manejo de los recursos. No obstante, pocos recursos le quedan a la institución después de erogar 93 por ciento de su presupuesto en salarios y el resto en otros gastos fijos.
¿A qué se deben los magros resultados que la UACM ha obtenido en la formación de profesionistas? Hay que tomar en cuenta, sobre todo, la juventud de la institución. En segundo lugar, los diseñadores del proyecto, con la aprobación de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, crearon una institución utópica, ideal. Una institución no coordinada por reglas ni normas, sino por la voluntad y consenso de los individuos. Se diseñó una institución anárquica, es decir, donde nadie tuviera el poder de gobernarla y un rechazo a la autoridad central. Por esa razón, el Consejo Universitario se debe ocupar de minucias, pues nadie, salvo ese organismo, tiene el poder de solucionar y dirimir conflictos.
Esta utopía pedagógica llevó a los diseñadores a despojar a los profesores del poder de evaluar, porque se consideró que los profesores tienden a abusar de sus alumnos. Los diseñadores cometieron lo que en investigación se denomina falacia ecológica: se confundió a los individuos con el grupo. Asimismo, se determinó que un requisito de graduación fuera la realización de una tesis. La mayoría de las IES han abandonado esta opción por obsoleta e ineficaz. ¿Por qué la UACM la debe preservar?
¿Cómo se podría solucionar esta situación? No sería muy difícil, si se cuenta con la voluntad suficiente de la comunidad y del Consejo Universitario. En primer lugar, no se va a resolver la situación despidiendo a la rectora. La preocupación de un grupo de la comunidad universitaria por su remoción distrae a la institución de ocuparse de los problemas urgentes y reales. Se necesita una reorganización de la actividad académica, muy parecida a la de la UAM: una Rectoría General, Rectoría por planteles; organizar las academias en divisiones académicas, con coordinadores de academia y de carreras, así como devolver al profesor la facultad de evaluar a los estudiantes; eliminar la tesis como requisito de graduación. Fijar plazos flexibles de graduación, pues los estudiantes que permanecen mucho tiempo en la institución están quitando a otros la oportunidad de estudiar; burocratizar (en el buen sentido de la palabra) a la institución con base en reglas, reglamentos y normas para que funcionarios, profesores y estudiantes rindamos cuentas de nuestro trabajo. La burocratización es inevitable. ¿O acaso, para preservar un modelo académico en ciernes poco viable, vamos a tirar al niño junto con el agua de la bañera?
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